Toca al pueblo, en este caso al de Mazatlán hacer valer sus derechos y acaso incluso la soberanía de este país, que se está viendo abiertamente atacada por caprichos de extranjeros (gringos, en este caso) hipócritas, ya que uno como mexicano sí tiene que soportar el ingreso nuestro país de sus expresiones culturales, como lo son su espantosa música (que no es ya sino RUIDO ya), el ingreso sin limite de armas que nos mantiene en circunstancias dramáticas, la invasión de nuestras zonas más tradicionales por medio del fenómeno de la gentrifcación, además de tener que soportar, el que viaja como turista al vecino del norte en cualquier paseo por los ‘downtown’ de sus ciudades, el patético espectáculo de sortear figuras humanas retorcidas e inmóviles como estatuas, sin saber si están aún con vida o ya perecieron, a causa de su demencial gusto por las drogas más dañinas y mortales.

Inconcebible es también que el empresario hotelero de apellido Coppel, mediante un simple video en redes sociales poniéndose del lado de los extranjeros y contra el pueblo de México y ni más ni menos que de nuestra propia cultura, haya desencadenado una más que legítima protesta popular contra su intención ahí manifestada de prohibir la música de banda en esa ciudad, pero indignante hasta la ignominia es que las propias autoridades y sus cuerpos policiacos reciban órdenes de un privado corrupto, para que una protesta pacífica haya sido anoche REPRIMIDA mediante la fuerza pública. ¿Ya es un delito la música, pero asesinar, robar, desaparecer gente, evadir impuestos no lo es? El mundo al revés.

Todo el país debe estar de parte de los mazatlecos, a quienes les toca demostrar su unión y patriotismo, su valentía característica y su tesón, y llevar esto a las consecuencias que sean necesarias. Es un hecho paradigmático y clave. Así muchos no se den cuenta, estamos ante un punto de inflexión que marque un alto al intento burdo de extranjeros que están ahora mismo, repito, con abierto apoyo de la élite política y empresarial, atentando contra nuestras libertades básicas, como lo son nada menos y nada más que la libre expresión de nuestra cultura y también de manifestación y petición a los más que legítimos y básicos derechos como ciudadanos pacíficos y libres. También de más que una digna actividad laboral, como lo es la música y sus ejecutantes, que no pocos llevan generaciones dedicándose a ese tan noble y para nada vergonzante oficio.

Así que los mazatlecos sólo han comenzado una lucha que debe ir hasta las últimas consecuencias y también debería ser acreedor del más abierto, firme e incondicional apoyo y adhesión de todos nosotros, como orgullosamente mexicanos que somos.